“... Supiste
cabalgar contra quien odia
desde su
torre de odio y exterminio,
pero, en mi
parecer, te dio más gloria
el alma que
tallaste a tu dominio”.
Silvio Rodríguez
Se lo
considera el padre de la
Sudáfrica actual. De la Sudáfrica de la igualdad, en la que el horror del
Apartheid es el peor de los recuerdos. Nelson Mandela cumple hoy 94 años,
una fecha que su país celebra con cientos de actos solidarios que se reproducen en el resto del mundo con el Día Internacional de Mandela.
Mientras el carismático líder negro pasa su cumpleaños acompañado de su familia en la intimidad de su residencia
de Qunu, lugar donde vivió en su infancia y donde pasa la mayor parte del tiempo, el mundo celebra abiertamente el Día Internacional de Mandela,
establecido por la ONU
en 2009, una iniciativa para animar a todos los ciudadanos a dedicar 67 minutos
de su tiempo a causas sociales.
Se trata de
un minuto por cada año que Mandela dedicó a luchar
por la igualdad racial y el fin del régimen segregacionista del Apartheid,
impuesto por la minoría blanca sudafricana hasta 1994. Cada uno puede usar esos
67 minutos como pueda y desee. Puede enseñarle algo a algún niño, alimentar a
quienes tienen hambre, cuidar del medio ambiente o prestar servicios
voluntarios en algún hospital o centro comunitario, entre tantas otras cosas
que podemos dar y otros precisan recibir.
La jornada de este emblemático 18 de julio arrancó en Sudáfrica con una canción de cumpleaños a
Madiba -como lo llaman cariñosamente al ex presidente- que pretende batir un
récord Guinness, con 20 millones de personas cantando al unísono. 12,5 millones de ellas son los estudiantes que participaron en ese cántico, retransmitido por las principales emisoras de radio
y televisión del país y que fue seguido por "we love you, tata" (te amamos, padre). La conmovedora ceremonia fue el punto de partida de una serie de conmemoraciones que se extenderán por el planeta durante el resto de la semana para homenajear, con tanta solemnidad como alegría, a uno de los más nobles exponentes que ha brindado la humanidad.
Mandela se
convirtió en el primer presidente negro de Sudáfrica tras ganar las primeras
elecciones multirraciales del país, en 1994. Gobernó hasta 1999 y en 2004 se
retiró de la política. Su última aparición pública fue durante el Mundial de
Fútbol organizado en su país en 2010.
El ex mandatario dedicó 67 años de su vida a luchar contra el régimen del Apartheid, que lo encarceló durante 27 años, hasta que fue puesto en libertad en 1990.
Ya en ejercicio de la presidencia, su política de convivencia resultó muchas veces criticada hasta por dirigentes y militantes de sus propias filas partidarias quienes, además, le reprochaban "no aprovechar el poder para proceder a una mayor distribución de la renta" que favoreciese a los mayoritarios sectores negros. El señalamiento subrayaba una verdad, ya que Mandela prefirió avanzar en una lenta distribución de renta y poner el mayor énfasis de gobierno en la reconciliación entre blancos y negros, para así afirmar la paz y mantener al país en el curso democrático.
A pesar de la persistente injusticia social que aún castiga a Sudáfrica, el tiempo acabó por darle la razón a su estrategia pacificadora. "Se existen sueños de alcanzar una bella África del Sur, hay también caminos que llevan a ese objetivo. Dos de esos caminos pueden ser llamados Bondad y Clemencia". Contra toda y cualquier oposición mantuvo en alto esas dos virtudes que parecen haber sido extraídas del mas puro budismo zen. Y es así que hoy es visto como el líder que consiguió la hazaña de hermanar a todos los sudafricanos, de cualquier raza, color, religión, etnia o tribu, lo que terminó por convertirlo en un ícono sagrado para el mundo.
Ese mensaje de reconciliación y convivencia trascendió las fronteras de su país y le valió el premio Nobel de la Paz en 1993, que recibió junto
al entonces presidente sudafricano, Frederik Willem de Klerk.
Pensamentos Mandela
Sonho com o dia em que todos levantar-se-ão e compreenderão
que foram feitos para viverem como irmãos.
Devemos promover a coragem onde há medo , promover o acordo
onde existe conflito, e inspirar esperança onde há desespero.
Ninguém nasce odiando outra pessoa pela cor de sua pele, por
sua origem ou ainda por sua religião. Para odiar, as pessoas precisam aprender, e se aprendem a odiar, podem ser ensinadas a amar.
A educação é o grande motor do desenvolvimento pessoal. É
através dela que a filha de um camponês pode se tornar uma médica, que o filho
de um mineiro pode se tornar o diretor da mina, que uma criança de peões de
fazenda pode se tornar o presidente de um país.
Quando somos libertados de nossos medos, nossa presença
automaticamente liberta a outros.
A maior glória em viver não está em jamais cair, mas em nos
levantar cada vez que caímos.
Não se esqueça de que os santos são pecadores que continuam
tentando.
Seja qual for o Deus, eu sou o mestre de meu destino e o
capitão de minha alma.
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