En la enfermedad está la cura

domingo, 29 de maio de 2011



El origen de esta entrevista, la fuente original se ha perdido en la maraña de la net.  Y antes de ser editada en este blog ha sido reproducida en innumerables sitios. El texto es tan revelador que nunca pierde vigencia. El entrevistado es un pionero de la Medicina Bioenergética, el Dr. Jorge Iván Carvajal Posada, médico cirujano de la Universidad de Antioquía, Colombia. Y el diálogo comienza con una pregunta simple que encontrará una respuesta rara, profunda e inquietante.

¿Qué es la enfermedad?
Es un maestro, una oportunidad para organizar una armonía superior en nuestra propia vida, a nivel físico, emocional, mental y espiritual.
 ¿Qué enferma primero, el cuerpo o el alma?
El alma no puede enfermar, porque es lo que hay perfecto en ti, el alma evoluciona, aprende. En realidad, buena parte de las enfermedades son todo lo contrario: son la resistencia del cuerpo emocional y mental al alma. Cuando nuestra personalidad se resiste al designio del alma es cuando enfermamos.
¿Hay emociones perjudiciales para la salud? ¿Cuáles son las que más nos perjudican?
Un 70 por ciento de las enfermedades del ser humano vienen del campo de conciencia emocional. Las enfermedades muchas veces proceden de emociones no procesadas, no expresadas, reprimidas. El temor, que es la ausencia de amor, es la gran enfermedad, el común denominador de buena parte de las enfermedades que hoy tenemos. Cuando el temor se queda congelado afecta al riñón, a las glándulas suprarrenales, a los huesos, a la energía vital, y puede convertirse en pánico.
¿Nos hacemos los fuertes y descuidamos nuestra salud?
De héroes están llenos los cementerios. Te tienes que cuidar. Tienes tus límites, no vayas más allá. Tienes que reconocer cuáles son tus límites, porque si no los reconoces, vas a destruir tu cuerpo.

¿Cómo nos afecta la ira?
La ira es santa, es sagrada, es una emoción positiva porque te lleva a la autoafirmación, a la búsqueda de tu territorio, a defender lo que es tuyo, lo que es justo. Pero cuando la ira se vuelve irritabilidad, agresividad permanente, resentimiento, odio, se vuelve contra ti, y afecta al hígado, la digestión, el sistema inmunológico.
¿La alegría por el contrario nos ayuda a estar sanos?
La alegría es la más bella de las emociones porque es la emoción de la inocencia, del corazón, y es la más sanadora de todas, porque no es contraria a ninguna otra. Un poquito de tristeza con alegría escribe poemas. El miedo con alegría nos lleva a contextualizar el miedo y a no darle tanta importancia.
¿La alegría suaviza el ánimo?
Sí, la alegría suaviza todas las otras emociones porque nos permite procesarlas desde la inocencia. La alegría pone al resto de las emociones en contacto con el corazón y les da un sentido ascendente. Las canaliza para que lleguen al mundo de la mente.
¿Y la tristeza?
La tristeza es un sentimiento que puede llevarte a la depresión cuando te envuelves en ella y no la expresas, pero también puede ayudarte. La tristeza te lleva a contactar contigo mismo y a restaurar el control interno. Todas las emociones negativas tienen su propio aspecto positivo, las hacemos negativas cuando las reprimimos.
¿Es mejor aceptar esas emociones que consideramos negativas como parte de uno mismo?
Como parte de uno mismo pero para transformarlas. Es decir, cuando se aceptan fluyen, y ya no se estancan, y se pueden transmutar. Tenemos que canalizarlas para que lleguen desde el corazón hasta la cabeza.
¡Qué difícil!
Sí, es muy difícil. Realmente las emociones básicas son el amor y el temor (que es ausencia de amor), así que todo lo que existe es amor, por exceso o defecto. Constructivo o destructivo. Porque también existe el amor que se aferra, el amor que sobreprotege, el amor tóxico, destructivo.


¿Cómo prevenir la enfermedad?
Somos creadores, así que yo creo que la mejor forma es creando salud. Y si creamos salud no tendremos ni que prevenir la enfermedad ni que atacarla, porque seremos salud.
¿Y si aparece la enfermedad?
Pues tendremos que aceptarla porque somos humanos. También enfermó Krishnamurti de un cáncer de páncreas y no era nadie que llevara una vida desordenada. Mucha gente muy valiosa espiritualmente ha enfermado. Debemos explicarlo para aquellos que creen que enfermar es fracasar. El fracaso y el éxito son dos maestros, pero nada más. Y cuando tú eres el aprendiz, tienes que aceptar e incorporar la lección de la enfermedad en tu vida.
Cada vez más personas sufren ansiedad
La ansiedad es un sentimiento de vacío, que a veces se vuelve un hueco en el estómago, una sensación de falta de aire Es un vacío existencial que surge cuando buscamos fuera en lugar de buscar dentro. Surge cuando buscamos en los acontecimientos externos, cuando buscamos muletas, apoyos externos, cuando no tenemos la solidez de la búsqueda interior. Si no aceptamos la soledad y no nos convertimos en nuestra propia compañía, vamos a experimentar ese vacío y vamos a intentar llenarlo con cosas y posesiones. Pero como no se puede llenar con cosas, cada vez el vacío aumenta.
¿Y qué podemos hacer para liberarnos de esa angustia?
La angustia no se puede pasar comiendo chocolate, o con más calorías, o buscando un príncipe azul afuera. La angustia se pasa cuando entras en tu interior, te aceptas como eres y te reconcilias contigo mismo. La angustia viene de que no somos lo que queremos ser, pero tampoco lo que somos, entonces estamos en el  yo debería ser, y no somos ni lo uno ni lo otro.
El estrés es otro de los males de nuestra época...
El estrés viene de la competitividad, de que quiero ser perfecto, quiero ser mejor, de que quiero dar una nota que no es la mía, de que quiero imitar. Y realmente sólo se puede competir cuando decides ser tu propia competencia, es decir, cuando quieres ser único, original, auténtico, no una fotocopia de nadie. El estrés destructivo perjudica el sistema inmunológico. Pero un buen estrés es una maravilla, porque te permite estar alerta y despierto en las crisis, y poder aprovecharlas como una oportunidad para emerger a un nuevo nivel de conciencia.

¿Qué nos recomendaría para sentirnos mejor con nosotros mismos?
La soledad. Estar con uno mismo cada día es maravilloso. Estar 20 minutos con uno mismo es el comienzo de la meditación; es tender un puente hacia la verdadera salud; es acceder al altar interior, al ser interior. Mi recomendación es que la gente ponga su despertador 20 minutos antes para no robarle tiempo a sus ocupaciones. Si dedicas, no el tiempo que te sobra, sino esos primeros minutos de la mañana, cuando estás fresco y descansado, a meditar, esa pausa te va a recargar, porque en la pausa habita el potencial del alma.
¿Qué es para usted la felicidad?
Es la esencia de la vida. Es el sentido mismo de la vida, encarnamos para ser felices, no para otra cosa. Pero la felicidad no es placer, es integridad. Cuando todos los sentidos se consagran al ser, podemos ser felices. Somos felices cuando creemos en nosotros, cuando confiamos en nosotros, cuando nos encomendamos transpersonalmente a un nivel que trasciende el pequeño yo o el pequeño ego. Somos felices cuando tenemos un sentido que va más allá de la vida cotidiana, cuando no aplazamos la vida, cuando no nos desplazamos a nosotros mismos, cuando estamos en paz y a salvo con la vida y con nuestra conciencia.
¿Es importante vivir en el presente? ¿Cómo lograrlo?
Dejamos ir el pasado y no hipotecamos la vida a las expectativas de futuro cuando nos volcamos en el ser y no en el tener. Yo me digo que la felicidad tiene que ver con la realización, y ésta con la capacidad de habitar la realidad. Y vivir en realidad es salir del mundo de la confusión.


¿Tan confundidos estamos, en su opinión?
Tenemos tres ilusiones enormes que nos confunden. Primero creemos que somos un cuerpo y no un alma, cuando el cuerpo es el instrumento de la vida y se acaba con la muerte.

Segundo, creemos que el sentido de la vida es el placer; pero a más placer no hay más felicidad, sino más dependencia. Placer y felicidad no es lo mismo. Hay que consagrar el placer a la vida y no la vida al placer.

La tercera ilusión es el poder; creemos tener el poder infinito de vivir.

¿Y qué necesitamos realmente para vivir?, ¿acaso el amor?
El amor, tan traído y tan llevado, y tan calumniado, es una fuerza renovadora. El amor es magnífico porque crea cohesión. En el amor todo está vivo, como un río que se renueva a sí mismo. En el amor siempre uno puede renovarse, porque todo lo ordena. En el amor no hay usurpación, no hay desplazamiento, no hay miedo, no hay resentimiento, porque cuando tú te ordenas porque vives el amor, cada cosa ocupa su lugar, y entonces se restaura la armonía. Ahora, desde la perspectiva humana, lo asimilamos con la debilidad, pero el amor no es débil. Nos debilita cuando entendemos que alguien a quien amamos no nos ama. Hay una gran confusión en nuestra cultura. Creemos que sufrimos por amor, que nuestras catástrofes son por amor pero no es por amor, es por enamoramiento, que es una variedad del apego.
¿Con apego usted quiere decir dependencia?
Exacto. Eso que llamamos habitualmente amor es una forma de drogodependencia, no tiene nada que ver con EL AMOR, que es un estado que puede alcanzar nuestra conciencia. Igual que se depende de la cocaína, la marihuana o la morfina, también se depende del enamoramiento. Es una muleta para apoyarse, en vez de llevar a alguien en mi corazón para liberarlo y liberarme. El verdadero amor tiene una esencia fundamental que es la libertad, y siempre conduce a la libertad.
Pero a veces nos sentimos atados a un amor
Si el amor conduce a la dependencia es el "eros" que lleva como reverso el "thanatos" . Eros es una cerilla de fósforo, y cuando lo enciendes se te consume rápidamente, en dos minutos ya te quemas el dedo... Hay muchos amores que son así, pura chispa. Aunque esa chispa puede servir para encender el leño del verdadero amor. Cuando el leño está encendido produce el fuego. Ese es el amor impersonal, que produce luz y calor.
¿Puede darnos algún consejo para alcanzar el amor verdadero?
Solamente la verdad.. Confía en la verdad; no tienes que ser como la princesa de los sueños del otro, no tienes que ser ni más ni menos de lo que eres. Tienes un derecho sagrado, que es el derecho a equivocarte; tienes otro, que es el derecho a perdonar, porque el error es tu maestro. Ámate, sincérate y considérate.. Si tú no te quieres, no vas a encontrar a nadie que te pueda querer...
El amor produce amor...
Si te amas, vas a encontrar el amor. Si no, vacío. Pero nunca busques una migaja; eso es indigno de ti. La clave entonces es amarse a sí mismo Y al prójimo como a ti mismo. Si no te amas a ti, no amas a Dios, ni a tu hijo, porque te estás apegando, estás condicionando al otro. Acéptate como eres. Lo que no aceptamos no lo podemos transformar, y la vida es una corriente de transformación permanente.
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Pare de sufrir

segunda-feira, 2 de maio de 2011

 
 
"Durante muchos años pensé que parte de mi personalidad o carácter era normal. Además de ser lo que había visto en mi familia toda la vida -en especial, durante mi infancia. Sabía por supuesto que sufría, que me causaba problemas graves, que me arruinaba mis relaciones, pero, qué más podía hacer, pensaba. Así era yo.

Eso me llevó durante mucho tiempo, a tener muy pocos amigos y a tener relaciones difíciles y conflictivas. Creía que era normal, que mis peleas con otros se debía a que la gente era muy complicada y problemática. Con mis pensamientos de drama y dolor, no sólo me amargaba y creaba sufrimiento innecesario para mí, sino que contagiaba y cargaba con mi dolor a quienes me rodeaban y usualmente era con mis seres más cercanos con quienes tenía menos cuidado.

En realidad no tenía la experiencia interna en tener relaciones serenas y sanas, había crecido entre los gritos, el drama y el dolor emocional.

En mi familia reaccionábamos como si el mundo se fuera a acabar y fuera lo peor que le pudiera ocurrir a alguien. Lo normal, era responder al drama con otro aún peor. Yo no conocía otro modelo, pensaba que la vida para todos era así. Recuerdo una historia que me contaron, acerca de un señor de 35 años a quien le quitaron un dolor de cabeza que había tenido toda la vida y que sólo reconoció cuando se le quitó. Él como yo, sólo teníamos el dolor como punto de referencia.


Nacidos para sufrir?
Durante años mi esposa me reprochaba el por qué no me desconectaba del trabajo o de los problemas, o porque no disfrutaba de la vida. Yo me quejaba de lo agotado que estaba, pero tan pronto podía relajarme, pensaba en un problema o lo peor, creaba uno.

Cuando las cosas iban bien en mis negocios, creaba otros más grandes o arriesgados, de manera que pronto la tranquilidad que había logrado la perdía de nuevo; era como si disfrutara sufrir.

Un día, una amiga experta en adicciones, me preguntó si yo era adicto al dolor emocional y al drama.

¿Cómo así? le respondí un poco indignado. Sí, me dijo ella, una persona adicta es aquella que no puede vivir sin repetir ese hábito o comportamiento nocivo. Piensa esto  -continuó:

  • ¿Cuando tienes tranquilidad en tu vida, buscas pensar en lo que no está bien o terminas creando algún problema que te atormente?
  • ¿Te ocurre que a veces las personas te dicen algo y con tus pensamientos exageras o lo tomas en contra tuya?
  • ¿Con frecuencia te ves involucrado en conflictos que ni entiendes cómo comenzaron?
  • ¿A veces te descubres solo y en tu cabeza estás discutiendo con alguien, es como si encontraras razones para alimentar y mantener en ti pensamientos que te crean dolor emocional?
  • O cuando tus relaciones están bien, ¿Te parece rara tanta paz y al poco tiempo comienzas el conflicto? ¿Es como si de alguna manera, extrañaras la sensación de dolor emocional?

Observa tus pensamientos por unas horas…

  • ¿Son acaso la mayoría de ellos quejas o críticas?
  • ¿Repites una y otra vez en tu cabeza escenas dolorosas de tu pasado?
  • ¿Alimentas miedos o piensas de manera tormentosa en lo que no tienes en tu vida?
  • ¿Te molestas cuando alguien que te quiere te cuestiona tus miedos para que no te atormentes?
  • ¿Te das cuenta que quizás esos pensamientos son repetitivos, y lo peor, sabes que te causan dolor y sin embargo los sigues alimentando?
  • ¿Cuántos momentos de vida has arruinado con esos pensamientos?
  • ¿Cuánto sufrimiento te has causado?
  • ¿Cuántas noches de desvelo inútiles?
  • ¿Cuántos problemas innecesarios creados?
  • ¿Cuántos gastos adicionales? ¿Cuánto dolor le has causado a quienes te rodean?
  • ¿Cuántas relaciones que has maltratado o terminado para siempre?
  • ¿Cuántas oportunidades buenas has arruinado?

Adicto al dolor
Conocí personas con adicciones, yo mismo había superado conductas adictivas, conocía las características, el adicto después del episodio, y eso era exactamente lo que me ocurría a mí. Creaba drama y dolor y pensaba que era normal, como si nada hubiera ocurrido. Si alguien me confrontaba, justificaba mis reacciones, me ponía defensivo, culpaba a los demás y le restaba importancia al dolor que con mis dramas le causaba a mis cercanos, negaba que esto fuera una conducta habitual mí. Esta es la negación que hace una persona con alguna adicción.

Entendí que no se trataba de sentirme culpable, eso era lo que había aprendido de mis padres y ellos de mis abuelos, como una escuela de crear dolor que pasaba de generación en generación. Lo importante es si tú decides cambiar. Comencé por reconocer que tenía una adicción al drama y al dolor emocional. Que lo creaba y lo alimentaba con mis pensamientos. Acepté que yo tenía el control, que yo no era mis pensamientos ni mis emociones, que yo los creaba.


El sólo tomar consciencia de mis pensamientos transformó mi visión de la realidad, comencé a cuidar mis pensamientos y a no darle energía a los pensamientos con los que creaba drama o dolor emocional. Y eso me premitió crear una gran diferencia en mi calidad de vida. Esos pensamientos siguen apareciendo porque mi mente tiene el hábito de crear el drama, entonces sólo los observo y los dejo pasar como a un invitado a quien no quiero darle importancia. Debo reconocer que no siempre lo logro, aunque cada vez los espacios entre mis dramas son más largos, aún me descubro avergonzado como si despertara en medio de tormentas emocionales que no supe cómo las creé.

No hay drama en mi mente cuando acepto la realidad como es y a las personas como son. Te invito ahora mismo a observar cada pensamiento que te crea dolor, aquellos que te hacen sentir víctima, a auto compadecerte, todo esto, es el combustible de tu adicción al drama y al dolor. Algo que te ayudará muchísimo en este proceso, es denunciarte diciendo a quienes están contigo que estás entrando en el drama, cada vez que sientas que estás cayendo en ese patrón.

Haz un inventario lo más detallado posible del daño que te has causado y los precios que has pagado en todos los aspectos de tu vida y cómo le has creado dolor y sufrimiento a tus cercanos. Perdónate y pide perdón por el dolor creado. Y cada vez que reconozcas un pensamiento que alimenta tu dolor o tu drama piensa en los precios que vas a pagar o que van a pagar los tuyos, si continuas manteniendo ese pensamiento.

Como un buen adicto, no puedo bajar la guardia ni un instante, para no dejar asomar a mi vida esos pensamientos ladrones de paz.

                                                                                    Muy Amigablemente

                                                                                                                 Carlos Devis

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