* Por Alú Rochya
Al fin,
llegó el año más esperado de los últimos tiempos. El mismo que, según los
mayas, marcaría el fin de los tiempos (o el fin de éste tiempo). El mismo año
para el cual algunos anuncian catástrofes homéricas que acabaram con el planeta
y con toda la humanidad. Unos, porque han perdido el sentido de la vida y no
soportan más vivir como han vivido, exactamente a contramano y ahora, frustrados y extenuados, prefieren
la muerte. Otros, por simple cobardía, por sentir que su total falta de fe,
finalmente vedrá a ser castigada por algún Dios impiadoso -en el que nunca
creyeron- de quien, suponen, recibirán la merecida réplica. Muchos por simple
oportunismo, pretendiendo sacar ventajas
materiales, económicas, financieras, del miedo colectivo. Para enfrentar tanto
desatino, el poeta nicaragüense Rubén Darío nos dejó una frase rotunda: aborreced
las bocas que predicen desgracias eternas.
El 2012
será, sí, un año de profundos cambios, colectivos e individuales. Será un año
difícil para aquellos que son conservadores en lugar de ser renovadores, para
aquellos que prefieren guardar en vez de distribuir, para aquellos que temen lo
nuevo y se abrazan a lo conocido aunque lo conocido se haya atrofiado y tornado
estéril. Pero, aún con catástrofes de limpieza incluídas, el mundo no se irá a
acabar. Lo que ya ha comenzado a acabarse es una civilización montada en el
paradigma excluyente de la materia, una sociedad trastornada por los fetiches
de una cultura hipermaterialista y que se resquebraja en todas partes.
El planeta
Tierra, por entero, debe evolucionar porque se encuentra en una situación de
atraso respecto al espacio galáctico en el que está inserto y se ha convertido
en una pesada mochila difícil de cargar para el sistema estelar. Los mayas
vinieron para eso, para sincronizar a la Tierra con el resto de los astros de nuestra
galaxia. Por tanto, el gran cambio nos trasciende, va más allá de nosotros
mismos, de nuestras necesidades, deseos, opiniones. Hagamos lo que hagamos,
pensemos lo que pensemos, la mudanza acontecerá sí o sí. Lo único que nos queda
es elegir entre sintonizarnos con la energía que llegará al planeta para
elevarlo en su vibración y así mejorar su perfomance o, entonces, no
sintonizarnos.
La nueva
frecuencia no es otra cosa que una más elevada vibración del amor universal,
del amor divino. O lo que es lo mismo decir, un amor de mejor calidad, de
calidad más elevada. Ese es el amor a todo lo que existe, amándolo por el
simple hecho de su existencia. Ese es el amor a todos los seres vivos porque
todos los seres vivos nos resultamos necesarios entre sí pues somos parte de un
mismo todo.
Amar es una ciencia
No hay
ninguna moralina religiosa ni ningún romanticismo poético en todo esto. Se
trata de ciencia pura, de física quántica. Es evidente que nada ni nadie puede
existir sólo. Que todo está unido y todo tiene que ver con todo. Todo y todos
dependemos de las otras partes del todo que permiten y facilitan nuestra propia
existencia. ¿Cómo no amarlos al todo y a los todos, entonces? ¿Cómo no
agradecerles, entonces? ¿Cómo no desearles lo mejor y enviarles cada día la
mejor energía, si lo mejor de ellos mejora mi propia existencia?
Hasta ahora
la mayoría de la humanidad ha amado como si ejerciera un acto comercial,
ejerciendo el trueque, dando su amor a cambio de algo, especulando, esperando
recibir algo para ver si daba un poco y así fue administrando el darse,
entergando esa energía con cuentagotas, imponiendo condiciones para cada beso,
para cada caricia, para cada abrazo. De tal modo, gran parte de esa energía
-que nos es enviada permanentemente desde el centro de la galaxia y resuena en
nuestro corazón- no ha sido usada en su totalidad y mucho menos en su plenitud.
Y de esa manera hemos retrasado la evolución del planeta y de todos sus
habitantes.
Si tenemos
un automóvil y mil litros de gasolina para andar caminos pero sólo usamos 200 litros , jamás
llegaremos tan lejos como usándola toda. Tá?
Del mismo modo, nuestra nave Tierra, movida por una energía de amor
administrada de manera conservadora y mezquina por sus tripulantes humanos,
realizó hasta aquí mucho menos camino que el previsto y su evolución se fue
retrasando, a tal punto de mantener entre sus seres más inteligentes las mismas
y atroces costumbres y culturas –guerras, violencia, odios, egoísmo,
discriminaciones, etc- de hace millones
de años.
Si
decidimos no sintonizarnos, no abrazar la nueva vibración, tendremos de aquí en
adelante una vida un tanto dificultosa, pues será como pretender danzar un rock
en ritmo de vals. Si decidimos sintonizarnos con la nueva frecuencia también
tendremos dificultades pues estamos acostumbrados a bailar vals y el rock nos
exige tener ritmo pero a mayor velocidad. Estamos dotados con la dádiva del
libre albedrío y por tanto podemos decidir, en absoluta libertad, seguir
viviendo la vida que vivimos o, bien, aventurarnos a una vida mejor, más plena,
más rica, más amorosa, aunque nos cueste cierto trabajo.
No necesitamos
transformarnos de la noche para el día pues no es así que ocurrirá la
transformación del planeta. Este año 2012 sellará, de manera definitiva, la
tendencia transformadora que ya viene aconteciendo desde un par de décadas
atrás y despejará el camino para que en el 2013 se inicie una era de transición
profunda hacia otra vida. El 2012 marca el amanecer de un nuevo tiempo.
Si queremos mudar,
para mejorarnos, para ayudar a otros mejorar, para vivir una vida mejor,
podemos empezar hoy o mañana, este año o el próximo. Podemos empezar cuando
querramos. El único dato a tener en cuenta, es que cada día se tornará más
arduo y dificultoso, precisamente porque el cambio no se dará de un golpe. Será
todos los días un poco, pero cada día que pase se acumulará un poco a ser
aprendido, un poco a ser sintonizado. Si pasan demasiado días, un día habremos
acumulado demasiado trabajo, y la tarea será más difícil de alcanzar. Pero
siempre valdrá la pena haberlo intentado. Buena suerte a tod@s, a los unos y a
los otros!!! Y feliz 2012 para todo el
mundo!!!
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