* Por Alú Rochya
Leemos por ahí lo siguiente:
“Vivimos en un sistema económico dominante que hace siglos se propuso explotar de forma ilimitada todos los ecosistemas y sus recursos naturales. Esta estrategia trajo crecimiento económico y lo que se llamó "desarrollo" para algunas naciones. Y privilegió el consumo y el bienestar social de una parte muy pequeña de la humanidad, excluyendo de las condiciones mínimas de sobrevivencia a las grandes mayorías de los seres humanos....
... Necesitamos pasar de una sociedad de producción industrial, consumista e individualista, que sacrifica los ecosistemas y penaliza a las personas, destruyendo la socio-biodiversidad, a una sociedad de sustentación de toda la vida, que se encamine por una vía socialmente justa y ecológicamente sustentable para vivir, que cuide de la comunidad de vida y proteja las bases físico-químicas y ecológicas que sustentan todos los procesos vitales, incluídos los humanos”.
Por ahí anda la punta del ovillo, no? Hay que iniciar un decidido proceso de transición. De una civilización a otra. Y para hacer esa transición no tenemos mucho tiempo. Profecías resultantes de estudios de alta complejidad, como las de los mayas e investigaciones científicas igualmente sofisticadas entrecruzan sus proyecciones de cambios profundos y violentos para los proximos años, a consecuencia de eventos climáticos radicales.
Entre tanto, las fotos de los diarios nos muestran las calles del mundo alborotadas por jóvenes indignados que multipican sus razones tratando de que las posmodernas Marías Antonietas que dicen gobernar el planeta se den cuenta que el sistema obsoleto ni siquiera puede contener una crisis financiera en un pequeñísimo país como Grecia, tres veces menor (131.990 km2 ) que el estado norteamericano de Califonia (423 967 km²) y con una población total (12.000.000 hab) menor a la de la ciudad brasilera de São Paulo. Se imaginan si la crisis griega afectase a la India (3.287.590 km² de extensión y 1.200 millones de hab)???
A su turno, el planeta, ser vivo, vital, inteligente parece sumarse a las protestas pariendo un terremoto aquí o un tsunami allá, cuyas consecuencias desnudan las miserias que dejó en el alma humana el exceso de civilización materialista. Detrás del horror, el dolor y la desolación, podemos ver cómo la ausencia de espiritualidad arrasó con los valores elementales para sostener cualquier comunidad. El caos pós catástrofes evidencia la insolidaridad, la falta de reconocimiento del semejante, la llaga podrida del resentimiento dando lugar a instancias verdaderamente infernales. Si para muestra basta un botón, ahí está todavía, doliéndonos en el alma, Haití y toda su desolación.
Desde feroces y egoístas saqueos hasta codiciosos y usureros mercados negros ponen en relieve las dificultades que podrán derivar de un cambio drástico de la escena planetaria. Por un instante, imáginate el lugar en el que actualmente vives en una situación de esas. ¿Puedes imaginarte quiénes serán lo saqueadores? ¿Y quienes organizarán un mercado negro, lucrando con las necesidades de la gente? ¿Y logras visualizar con quienes podrías juntarte para impedir que llueva sobre mojado; para reorganizar la vida después del desastre? O, mejor, antes mismo de cualquier desastre.
Entre el ayer y el mañana
El 2012 pasó y parece que no pasó nada. Y sin embargo, pasó mucho. A partir de entonces, paulatinamente, se vienen acelerando los cambios. Todo indica que no habrá apocalipsis global pero el proceso de convulsión que el mundo ya está vivenciando y las crisis del sistema productivista-consumista pueden resultar en un calendario más extenso en el cual los tiempos se nos vengan encima ásperos y crudos.
Cualquier y toda presunción puede convertirse en hecho concreto. De todos modos, aún cuando disponemos de mucha información, lo cierto es que del futuro nadie sabe nada. Lo único cierto es eso que tenemos antes nuestras narices. Un sistema social inviable y en estado de descomposición y un planeta que prosigue su camino de evolución, respondiendo a los malos tratos y acomodando sus propias energías en sacudimientos que no distingue griegos de troyanos.
En esa tensión entre lo viejo que se niega a morir y lo nuevo que pugna por nacer están aguardándonos las respuestas que precisamos. Pero no será en las viejas fórmulas de izquierdas y derechas, de progresistas y reaccionarios, de buenos y malos, como tampoco en urgentes recetas de emergencia que descubriremos los puentes que nos permitirán atravesar cualquier apocalipsis y alcanzar la orilla de la nueva tierra.
Deberemos apelar a la extraordinaria creatividad humana para imaginar, fundar y organizar lo nuevo. Transición, permacultura, pós-urbanismo, decrecimiento, sustentabilidad, cooperación, pueden resultar palabras claves que nos ayuden a encontrar pistas acerca de lo que debemos comenzar a hacer ya mismo.
Para salvar y mejorar la vida de cada uno de nosotros, de nuestra familia, de nuestra comunidad, de nuestro planeta. No será para nada fácil, claro. Cualquiera sea el modo que adopte el cambio de vida en cada lugar, con seguridad que habrá mucho trabajo. Pero también puede resultar bastante divertido. Lo único recomendable a tener presente desde ya es que el tiempo no para. No para. q
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