Estamos en
el fin de una era. La creencia en un crecimiento ilimitado ha entrado en
colisión con los límites del planeta y ha generado una crisis de todos los
paradigmas basados en la idea de un tiempo lineal siempre mejor, dando lugar a
una creciente preocupación por la sostenibilidad”. Se hace imprescindible repensar el paradigma científico y tecnológico vigente. Aquí enumeramos algunas reflexiones, alertas y propuestas de cara a la inevitable transición hacia una época nueva generadas en encuentros y congresos de estudiosos latinoamericanos.

Los actuales
modelos de desarrollo basados en la idea de que el crecimiento económico y el avance
científico y tecnológico garantizan por sí mismos el progreso social y la
expansión del hombre ya no sirven ni para una cosa ni para la otra, pues se
trata de paradigmas agotados.
El crecimiento
permanente es imposible. La población del planeta creció 4 veces en el último
siglo, el PIB mundial 14, el uso de energía 16 y el consumo de agua 9. Un ritmo
insostenible en el tiempo.
Uno de los problemas
claves es que la idea de crecimiento permanente está en el ADN del
capitalismo, lo que nos está conduciendo a un suicidio colectivo.
No hay
salida desde los fundamentos científicos modernos pues se muestran incapaces de
establecer una visión de conjunto, tienden a la fragmentación del conocimiento
y les cuesta establecer relaciones. Por lo tanto la solución pasa por
establecer un nuevo paradigma civilizatorio: el de decrecer con dignidad.
El
decrecimiento con dignidad sería algo así como una forma de ecosocialismo, pues
el acento ya no estaría puesto en la
producción sino en la distribución, recurriendo a un tipo de economía
biomimética que imite las características de los sistemas vivos, autodirigidos,
autorrealizantes y cooperativos que se pueden hallar en la naturaleza.
Latinoamérica
vive las consecuencias de copiar modelos de desarrollo ajenos, desadaptados a
las realidades del subcontinente, una de cuyas expresiones más negativas es un
modelo agropecuario totalmente equivocado centrado en las grandes áreas
cultivadas para la producción de materias primas y energía.
El subcontinente
vive una situación neocolonial en materia de ciencia. Urge revisar el paradigma
de la ciencia, pero desde una perspectiva regional: pensar en un paradigma de
la ciencia que esté de acuerdo con la realidad y las necesidades específicas de
la región.
La crisis
de los recursos naturales es heredera del pensamiento de Descartes, quien al
separar el sujeto del objeto puso al hombre fuera de la naturaleza, generando
una forma de concebir al mundo cuya consumación aparece en una visión de lo
humano que busca dominar y apropiarse de la naturaleza. Los científicos deben
pasar a cuestionar esta idea que llega a América con la colonización española-portuguesa.
Hay que
cambiar el paradigma de la ciencia para que no esté al servicio de un modelo
tecnocrático que permite el saqueo de los recursos naturales latinoamericanos.
Hoy el sistema científico tecnológico apoya y no critica, cuando debería ser
una instancia de reflexión que se plantee esta pregunta: ¿para qué se genera el
conocimiento?”.
Cuando se
acepta el uso de transgénicos se hace a partir de una premisa instalada según
la cual la ciencia va a traer progreso por el simple hecho de ser ciencia,
con lo cual se acepta cualquier intervención a la vida sin medir sus
consecuencias ni reflexionar sobre ellas.
La revisión
debe alcanzar al conocimiento científico organizado como propiedad privada. Se
hace imperioso socializar el saber, así como repensar el modelo de ciencia y
tecnología, para que se base en la solidaridad y no en la competitividad.
Hay cuatro
desafíos urgentes para el mundo: estabilizar la población humana, erradicar la
pobreza, recuperar la naturaleza y establecer un patrón climático.
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