Los problemas de las grandes ciudades han terminado por hacerlas inviables y para la inmensa mayoría de la gente vivir una vida digna y llevar a cabo sus sueños personales se ha convertido en una ilusión inalcanzable. Las ciudades ya no tienen solución. Pueden aceptar paliativos, pero no soluciones. La única solución es terminar con el actual diseño de ciudades y proyectar otros tipos de asentamientos que, en vez de tener en cuenta las necesidades financieras del mercado, tengan en cuenta las necesidades humanas, organizando la vida a escala humana.
Pero mientras le vamos encontrando la vuelta al asunto, bueno es que ensayemos ciertos paliativos, ciertas respuestas que nos permitirán comprender mejor el fondo de la cuestión, aliviar un poco nuestra locura, rescatar algo de nuestra acosada salud y proyectar prácticas para esos nuevos tipos de asentamientos humanos. Y una de esas felices prácticas es el uso cotidiano, sostenido y generalizado de la bicicleta.
Tarde, aunque mejor que nunca, los líderes de las grandes ciudades latinoamericanas van comenzando a comprender los beneficios de incorporar la bike como parte del sistema de transporte organizado de los centros urbanos, alentando su uso, creando condiciones para ello y combinando ese medio de locomoción con los medios tradicionales.
Dos metrópolis aparecen como las más convencidas y se erigen como un ejemplo a imitar por las urbes de la región. La Ciudad de México -o México DF- y la ciudad de Bogotá. Ambas están invirtiendo en transportes alternativos como forma de reducir la cantidad de automóviles en las calles y mejorar la calidad del aire. En la capital mexicana el espacio para las bicicletas ocupan las avenidas todo día domingo y el paseo familiar se hace sobre dos ruedas. La capital colombiana, pionera en este tema, lleva 35 años sosteniendo el sueño de la bici.
En Ciudad de México, la Avenida Paseo de La Reforma queda totalmente cerrada al transporte habitual y transformada en un apacible paseo. Y las personas pedalean, andan de patines, o mismo de a pie. Son 24 km exclusivos para bicicletas, de las 8 a las 14 horas de cada domingo. Para la semana entera la ciudad dispone de más de 100 km de ciclovías.
En Ciudad de México, la Avenida Paseo de La Reforma queda totalmente cerrada al transporte habitual y transformada en un apacible paseo. Y las personas pedalean, andan de patines, o mismo de a pie. Son 24 km exclusivos para bicicletas, de las 8 a las 14 horas de cada domingo. Para la semana entera la ciudad dispone de más de 100 km de ciclovías.
Como en otros conglomerados, en Ciudad de México el 50% de los viajes que la gente realiza diariamente registra una distancia menor a los 8 km y en ese caso la bicicleta resulta un medio de transporte más eficiente que cualquier otro.
Sostenible, saludable y divertido
La ciclovía de Bogotá ya tiene 37 años, fruto del sueño de un grupo de estudiantes que, probablementre, no se dieron cuenta de la trascendencia de lo que hicieron. Hoy son 121 km sólo para ciclistas. En época de vacaciones, los feriados y domingos la pista suele recibir hasta 1,5 millón de personas de todas las edades y clases sociales. A lo largo de la ciclovía un equipo de 220 auxiliares prestan diversos servicios y orientaciones a los usuarios.
Claro que todavía se está lejos de países como Dinamarca, Francia u Holanda. En Amsterdam, por ejemplo, el 50% de los desplazamientos de personas se hacen en bici, después de años de prédica e inversiones realizadas de manera decidida por los holandeses.
Ahí tenemos una clave del asunto. Las autoridades municipales de Bogotá entienden que la acción sólo da resultado por causa de las inversiones del poder público. Reconocen como obvio que va a costar dinero abrir una ciclovía. Que implica tener más guardias civiles, más señalización. Pero también implica tener más salud, más vida. Lo que también significa tener mucho menos gastos en ese rubro. Es decir, crear condiciones para el uso popular de la bicicleta es una apuesta de la voluntad pública.
Tal vez ya te consideres ciclist@ full time. Pero si aún no te has animado a encararlo, date un ánimo y prueba. Si buscas concienzudamente, con seguridad hallarás en tu ciudad algún grupo de ciclistas que pueden orientarte y ayudarte en tu iniciación. Al final, si paras para pensar un poco, verás que estamos hablando de un medio de transporte sostenible, que humaniza las ciudades, combate el sedentarismo, amplía nuestro tiempo disponible, suele ser divertido y, por si fuera poco, proporciona una grata sensación de libertad. No será la vida tranquila y nutriente de una aldea ecológica, pero ya habrás avanzado hacia un modelo de vida más sano, más racional, más provechoso y hasta divertido. q
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