Sanadores clásicos y modernos

terça-feira, 17 de junho de 2014



* Por Alú Rochya

Terapias aternativas. He ahí el nombre que tanto incomoda y hasta enfurece a los conservadores de la medicina académica o medicina alopática. Te preguntarás por qué. Bueno, en primer lugar porque verdades amasadas durante siglos dan mucho trabajo para ser revisadas. ¿Has advertido eso? Los ejemplos más a mano son los mitos populares, como el que indica que no se puede comer sandía -o chicayote- si antes se ha bebido vino porque puedes llegar a reventar. ¿Verdad o mito? Mito, claro. Pero mucha gente lo toma como verdad. ¿Por qué? Porque es así, responde la gente, repitiendo una afirmación durante siglos sin aceptar que sea cuestionada. Problemas del ego. El tipo prefiere morir errado si eso implica tener que aceptar que estuvo errado decenas de años. Él cree que así preserva su reputación, mientras los demás se ríen a las espaldas del pobre ignorante.

En segundo lugar los que amasaron fortunas durante décadas vendiendo por aquí y por allá sus pastillitas y vacunitas, complejos vitamínicos y comiditas sintéticas, se resisten a largar la teta de la vaca que les ha dado tanta leche. El negocio de los medicamentos es uno de los más lucrativos del mundo.

Conservadurismo, decíamos. Médicos y científicos quieren conservar sus ideas y las industrias alimenticia y farmaceútica quieren conservar sus negocios. Y por eso las barreras, las campañas y las presiones para que “todo eso no científico de las terapias alternativas” sea combatido como la inquisición combatía a las brujas.

No obstante, como a pesar de los inquisidores la Tierra se mueve, lo nuevo viene limando a lo viejo. Ley de la vida. Y entonces las terapias alternativas se vienen abriendo paso sustentadas, principalmente, en un abordaje más totalizante, más holístico de la vida, la naturaleza y, claro, del mismo ser humano. Esa mirada franquea la puerta hacia conocimientos que, en principio, parecen cosa de brujas y enseguida pueden ser vistas como obvios.

Bruja era doña Rosalía, la curandera que, cuando yo era niño, preparaba unos asquerosos brebajes de ajo molido para expulsar los parásitos y que yo apenas conseguía tragar sólo después de rendirme por cansancio a una desigual lucha cuerpo a cuerpo con mi madre. Por entonces, doña Rosalía atendía prácticamente en la clandestinidad y en fugaces consultas, curando enfermedades que los médicos académicos no conseguían curar. Hoy el ajo para combatir parásitos puedes encontrarlo en las farmacias, ya sea en comprimidos, tinturas o aceite, resultando también uno de los remedios más eficaces contra la hipertensión.

De la pastilla al tunel fotónico  
Otra brecha por la que se van colando las terapias alternativas la brinda la propia medicina alopática que va perdiendo credibilidad en buena parte de nuestro Occidente. La practica de esa medicina se centra siempre en la enfermedad de la persona y no en su salud. Al fin y al cabo, el negocio de los medicamentos necesita de gente enferma. Y el remedio que nos cura por aquí nos enferma por allá. Daños colaterales.

Sin embargo, en algunos países como Suiza, Austria y Estados Unidos ya se está avanzando en esquemas estatales destinados a la preservación de la salud para reducir los sistemas de asistencia a los enfermos que acaban resultando mucho más caro que la prevención.

Casualmente en Estados Unidos, la patria de los remedios químicos, ya es común que se les brinde a los pacientes de hospitales la opción de complementar su cuidado con práticas y procedimientos como la aromaterapia, vitaminoterapia, biofeedback, reiki, homeopatía, meditación, acupuntura, imágenes clínicas, masaje terapéutico, naturopatía. El proceso para llegar hasta ahí fue complejo y difícil. Desinformación y mentira son la cobertura del mil veces millonario negocio de los laboratorios. Sin embargo, el sistema de salud norteamericano debió rendirse ante la evidencia de que la población utilizaba cada dia más medios alternativos. Y como ahí aparecía la punta de otro negocio...

En el extremo opuesto de América, una prolongada y profunda investigación reveló que en Argentina se echa mano a una variada gama de fuentes curativas, muchas veces combinando unas con otras. Junto a la medicina académica o alopática, las personas apelan a medicinas tradicionales como el curanderismo o el chamanismo; autotratamientos con remedios caseros; sanaciones religiosas ensayadas por católicos carismáticos, evangélicos o afroamericanos; o terapias tan diversas como reiki, acupuntura, cromoterapia, dieta macrobiótica, terapia de vidas pasadas, medicina ayurvédica, aromaterapia, astrología o túnel fotónico, entre muchas otras. Una radiografía de los demás países de América Latina revela un cuadro similar.

La mirada holística de las nuevas y ancestrales terapias no sólo tienen en cuenta el cuerpo de la persona. También el campo magnético que envuelve a ese cuerpo; también el alma; también las experiencias de vida anteriores de esa alma; también las cartas astrales; también su medio ambiente, y, en fin, la ligazón de la persona con el cosmos todo.

¿Curanderos modernos? Sí, curanderos, sanadores o como quieras llamarlos. Si curan y sanan... ¿Modernos y tradicionales? Modernos unos, tradicionales otros. Unos usan modernos radares de vibración otros simples agujitas de tradición milenar. Prácticas que no deben negar a la medicina académica. Terapias alternativas y alopáticas que deben utilizarse y combinarse en lo mejor que cada una de ellas tenga. Y usadas por cada persona según lo que a esa persona -única, singular- le resulte mejor.

En el video que tienes ahí nomás abajito encontrarás una información básica y a la vez interesante sobre algunas de esas terapias. Una vez que lo eches a andar, es recomendable que juegues con el botón de pausa para que puedas leer tranquilamente los textos. Salud, amig@!!!
   

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