Ella ya ganó una merecida fama y, googleado, su nombre es fácil de ser hallado en Internet. Tiene 74 años y hace 20 que vive exclusivamente del trueque. Heidemarie Schwermer, es una psicóloga alemana que
intercambia trabajo por hospedaje, comida o ropa. No usa dinero. Cree que es
una forma más justa de estar en un mundo donde conviven la pobreza y la
opulencia. “La gente hace muchas cosas que no son buenas para ellos, con el
único objetivo de ganar dinero. Se convierten en esclavos y pierden su
felicidad”, asegura.
El dinero no mueve el mundo. Los billetes son apenas
papelitos de colores; recuerdos de lo que, alguna vez, supo ser el líder
indiscutido. Nadie se esclaviza por él. Nadie corre, ni se encierra, ni
compite, ni odia, ni envidia para poder “ganarse el pan” o “crecer” o “ser
rico”, porque el pan llega sin esfuerzo, se crece siguiendo el corazón (y no
acumulando bienes) y es rico el que el que da, con las manos y el corazón
abiertos.
¿Es así que las cosas son en este mundo? No, infelizmente, todavía no. Así sería, en resumidas cuentas, el mundo ideal con que sueña Heidemarie. Y mientras ese mundo llega, ella va siendo como el mundo que sueña.
Todo comenzó como un experimento que, creyó,
duraría un año, pero hoy ya lleva 20 intercambiando trabajo por hospedaje,
comida y ropa. Cuida chicos, limpia casas, da
charlas y brinda asistencia psicológica. A cambio ha recibido todo lo
que necesita para vivir y algunas cosas más también. Tiene amigos en distintas partes del mundo y va donde se la
invite.
En 1994 fundó un grupo de trueque llamado Centro para dar y recibir en Dortmund (Alemania). "Comenzamos a compartir y a hacer un
montón de cosas sin recurrir al dinero -recuerda- y así fue que noté que cada vez
necesitaba menos dinero. Enseguida decidí intentar vivir un año sin dinero. Y ese “experimento” ya lleva casi 20 años. Descubrí un nuevo mundo maravilloso
lleno de amor, que lo vivencio desde el corazón".
No es fácil comprender a Heidemarie, más difícil es aceptar lo que hace y, finalmente, se torna duro imitarla en un mundo que presiona, con la fuerza de una aplanadora, en sentido contrario. La orden del sistema es consumir, consumir, consumir. La orden que se da Heidemarie es vivir, vivir, vivir. Por eso, cada vez que enfrenta una requisitoria periodística, las preguntas representan más o menos las dudas e incredulidades de la mayoria de las personas. Y ella responde a todo sin esconder nada, con una sonrisa siempre a flor de labios y el sentido común que anima su caminada.
¿Qué pensó su familia en aquel entonces y cómo se lo toman
ahora?
Al principio nadie estaba seguro de que fuera a funcionar, ni siquiera yo. Pero ahora hay mucha gente que está tratando de hacer algo
especial, porque ven lo sencilla que es la vida. Ahora mi familia y amigos
aprueban lo que estoy haciendo. Tengo dos hijos y tres nietos. A veces nos
reunimos y en otras ocasiones nos contactamos por Internet, teléfono y correo.
Al comienzo estaban preocupados, pero ahora ven que mi camino es bueno.
¿Cómo era su vida antes de emprender este proyecto?
Yo era psicoterapeuta, tenía mi propio consultorio y ganaba
bastante bien. Antes de eso me desempeñaba como docente. Tenía dinero y
seguridades pero vivía con una preocupación en mi corazón. Hay algo que debemos cambiar en el mundo. La brecha entre
pobres y ricos se hace cada vez más grande. Por un lado hay gente muriendo de hambre,
y en el otro extremo, se vende un cuadro de Picasso que vale 159 millones de
dólares. También está la cantidad de comida desperdiciada. ¡El sistema es una
vergüenza!
¿Y fue ahí que encaró la idea de dar y recibir?
Exactamente, porque la idea de “dar y recibir” es una respuesta alternativa a toda
esa locura. Con un sistema nuevo basado en eso, todo el mundo empezaría a hacerse responsable
de sí mismo, del mundo y de otra gente. En vez de competir y envidiar, podemos compartir, ayudar los unos a los otros y querer a nuestros vecinos y a los demás.
¿Entonces, la iniciativa va más allá de lo económico?
Claro, la idea es hacernos preguntas para conocernos más a nosotros mismos y a los
demás. Por ejemplo: ¿qué es lo que realmente necesito? ¿Quién soy y qué es lo
que verdaderamente me gusta? Las siguientes preguntas deberían ser: ¿Por qué no
me agrada esa persona? ¿Qué puedo hacer para sentirme mejor respecto de él o
ella? Los demás son un espejo para nosotros mismos, nos ayudan a conocernos
mejor a nosotros mismos.
¿Parece una posición filosófica?
Tal vez. Lo que sé es que uno debería cuestionarse qué puede hacer
por la sociedad, dónde puedo encontrar algo que pueda compartir con los demás y
cuál es mi lugar en este mundo. Y finalmente: ¿confío lo suficente en la vida?
¿Puedo sentir esta nueva visión del mundo que tiene que ver con entender que es
la propia humanidad la que nos hace dignos y no las posesiones o los actos. La
idea de dar y recibir tiene cuatro tonos que representan las preguntas: 1. De
mí para mí. 2. De mí para tí. 3. De mí para ustedes. 4. De mí para el todo.
¿Cree que ha hecho del mundo un mejor sitio por vivir de
esta manera?
Mucha gente, de diferentes partes del mundo, me escribe y me
dice que mi historia les da valentía y esperanza. Hay personas que empiezan a
vivir de otro modo.
¿Cómo describiría su mundo ideal?
Me imagino a un mundo sin dinero, donde la gente vive con
otra visión, otros valores. Un lugar donde todos viven con dignidad y amor.
Nadie quiere ser rey, reina, o mejor que nadie. Nadie tiene la necesidad de
demostrar que él o ella tiene razón ¡sino que entiende que cada camino está
bien!
En su visión, la gente pierde
mucho tiempo haciendo cosas innecesarias. ¿Cómo es eso?
La gente hace muchas
cosas que no son buenas para ellos, con el único objetivo de ganar dinero. Se
convierten en esclavos y pierden su felicidad.
¿Le resulta fácil ese tipo de vida, ya pasó por momentos complicados?
Nunca tuve problemas para conseguir comida o un lugar para
dormir. El mayor problema, a veces, surge al compartir con otras personas. Somos
todos tan diferentes que, en ocasiones, hay gente que repudia mi visión y se
terminan generando problemas. Uno de los desafíos más importantes que
tenemos que encarar en el futuro es aprender a entender las diferencias de cada
uno. Yo me convertí en psicoterapeuta justamente para comprender esto.
¿De qué modo le gustaría ser recordada?
No pienso en eso. Cada uno de nosotros es muy valioso por el hecho de ser
humano. No debemos querer probar nada. Si hacemos las cosas desde el corazón,
en el mundo habrá amor en vez de guerras.
¿Es feliz?
Sí, soy feliz porque, a mi parecer, vivo una vida más justa.
Y les entrego a otros todo el dinero que me llega a mí. No compro cosas que no
necesito; de hecho, no compro nada. Las cosas que necesito vienen a mí de un
modo impensado. Tengo mucha confianza en la vida espiritual y eso me hace
feliz.
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