“Aún cuando se encuentre en minoría,
la verdad seguirá siendo la verdad”
-Mahatma Gandhi-
* Por Cristina Roda Rivera
Ser raro o pertenecer a una minoría, puede resultar de lo más saludable. En una sociedad en la que formar parte de la masa no permite
que el ser humano avance racional, emocional y culturalmente, ser parte de una
minoría no es un síntoma de fracaso social. Muy al contrario, ser parte de
una minoría te hace parte de la sociedad como individuo de una manera autónoma y
relevante, algo que la gente que integra “la gran manada” no puede siquiera plantearse.
Cuando seguir las reglas es perpetuar la injusticia,
mantener las tradiciones es cultivar lo obsoleto y socializar es topar
frontalmente con un sentimiento de vacío, frenar la marcha y cambiar de
dirección no es una locura. Es más, podríamos decir que es un signo de lucidez mental y en algunos casos de coherencia entre acciones y
pensamientos.
Formar parte de una minoría no es apartarse de la vida de
los demás, del mundo. Pertenecer a una minoría y ser selectivo con las
personas con las que te relacionas es tomar fuerza, perspectiva y determinación,
con el objetivo de promover cambios positivos en la sociedad en la que vives.
Brujas, locos, marginados
Moscovici, Lage y Naffechoux (1969) realizaron un
experimento que demostró que bajo determinadas condiciones es posible que una
minoría influya sobre el criterio de la mayoría y eso se puede dar gracias a
dos factores principales: la consistencia a través del tiempo de sus opiniones
y por la unión del grupo alrededor de sus planteamientos.
La tarea consistía en determinar el color y la intensidad
luminosa de una serie de diapositivas que en realidad eran todas azules. En la
condición de minoría consistente, los cómplices del investigador respondían
“verde” en todas las ocasiones, lo cual les hacía ser totalmente consistentes
en su opinión. En la condición de “no consistencia” respondían “verde” solo en
24 ocasiones. En la condición de control los sujetos eran todos ingenuos.
Cuando el comportamiento de la minoría es consistente, los
sujetos de la mayoría contestaron “verde” un 8,42% de las veces y un 32%
mencionó en alguna ocasión el color verde. Esto demuestra que la influencia de
la minoría en la mayoría es clara cuando se percibe consistencia y seguridad en
su postura.
Lo que hoy disfrutamos como un derecho o como un adelanto
científico fue promovido por personas a las que llamaron brujas, locos,
desestabilizadores del orden social o marginados. Las minorías normalmente son
el origen de la savia nueva de la que nacen los grandes cambios y que regenera,
que se adelanta a sanar un ciclo social que va apuntando síntomas de ocaso.
Desde el campo de la ciencia, el arte o del activismo por
una verdadera conciencia social, los “raritos” de este mundo intentan que
despertemos y que reflexionemos antes de descartar sus ideas e ignorarlas. Al
mismo tiempo, nos hacen mirar alrededor con ilusión, nos hacen creer en la
utopía y nos recuerdan que nuestro poder va más allá que el de seguir la
inercia que marca el consenso.
Las minorías transforman
La diferencia entre una minoría inquisidora y una minoría
transformadora es la motivación que persiguen con el cambio. La primera busca
el poder sobre los que considera “los otros” y la segunda busca el poder de
transformar la sociedad para que los “suyos” y los “otros” vivan de una mejor
forma su vida.
La minoría inquisidora busca imponer sin que tenga lugar un
verdadero debate científico y social, busca subyugar al resto por medio de la
imposición y nunca de la reflexión. Las minorías transformadoras nunca ganan el
pulso de poder porque nunca quieren entrar a formar
parte de él. Nadie los erige como héroes, pero la sociedad los necesita.
Así, es importante saber que si te llaman extraño o raro,
puede que eso esconda la llave para solucionar la ignorancia que los demás
demuestran. Antes de culparte y deprimirte porque el resto no te entiende,
tienes que hacer una gran labor de introspección contigo mismo y entender que
defender tu forma de vida es tu forma de estar en el mundo y de inspirar a
otros.
Antes de sentirte mal por pertenecer a una minoría,
pregúntate que sería de ti por pasar a ser lo contrario. A veces la aceptación
del resto, supone el fin de nosotros mismos.q
*Cristina Roda Rivera es psicóloga, especialista Máster en psicología clínica y social.
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